Descripción
La brucelosis es una zoonosis (enfermedad infecciosa que padecen los animales y se transmite al hombre) originada por bacterias del género “Brucella”. En el hombre esta infección se produce por contactos profesionales con un animal infectado o por la ingestión de leche o derivados y tejidos infectados. España es el país Europeo con mayor endemia (enfermedad generalmente infecciosa, constante en ciertos países por influencias de una causa determinada) de brucelosis, tanto humana como animal; la bacteria se destruye a temperaturas elevadas, 60º durante diez minutos.
Hay cuatro géneros de Brucela de los cuales la Brucella Mellitensis es la más frecuentemente patógena para el hombre.
Cualquiera que sea la vía de entrada, piel, mucosas o aparato digestivo, las brucelas alcanzan los ganglios linfáticos regionales y se acantonan en ellos. A partir de ese punto se producen repetidas bacteriemias (invasión de la sangre por las bacterias), cuyo inicio coincide con el comienzo de la fase clínica. Esta diseminación hematógena conduce a la localización del gérmen en hígado, bazo, médula ósea y otros órganos del sistema reticulo-endotelial. En los tejidos afectados se pueden producir lesiones destructivas con formación de microabscesos (colección de material purulento, de pequeño tamaño, que sólo se ven con el microscopio) y zonas de gangrena (necrosis o muerte tisular), pero lo más característico son los procesos gránuloproliferativos con formación de granulomas (masa formada por tejido conjuntivo que se forma en la curación de una herida o úlcera) brucelares.
La presencia de brucelas acantonadas en estos granulomas, explica la relativa resistencia antibiótica y la cronificación de la enfermedad. Tras un antecedente de ingestión de leche o contacto con animales y un período de incubación de una a tres semanas, se desarrolla una fase séptica, que comienza con abatimiento, astenia (cansancio), cefaleas (dolores de cabeza), mialgias (dolores musculares) y escalofríos.
La fiebre se instaura de forma insidiosa y se eleva progresivamente hasta alcanzar los 40 grados, tiene un carácter remitente y un pico máximo vespertino o nocturno y se la conoce como fiebre ondulante. Se compone de un período ascendente de una semana de duración, un período de estado de fiebre irregular de unos diez días de duración y un período de remisión. A esta fase febril de una duración total de 20-30 días, le sigue una fase afebril de 15-20 días, para volver a a comenzar el período febril. En el curso posterior las fases febriles suelen tener una intensidad inferior a la primera vez y es frecuente que curen expontánemente tras 4-6 ciclos febriles.
Las manifestaciones digestivas son habituales en la fase de estado y consisten en lengua blanquecina y seca, naúseas, vómitos, diarrea o estreñimiento, anorexia (disminución del apetito) y meteorismo (distensión abddominal por acúmulo de gases en el aparato digestivo). Se asocia también con artralgias (dolores en las articulaciones), en ocasiones se acompaña de esplenomegalia (bazo anormalmente grande), ictericia (coloración amarilla anormal de la piel), alteraciones hemorrágicas e insuficiencia hepática; más raramente aparecen: afectación de las vías respiratorias altas, infiltrados pulmonares y posible expectoración hemoptoica (expectoración de sangre) y ocasionalmente bradicardia (latido cardíaco inusualmente lento). Puede existir una forma crónica, en la cual las manifestaciones febriles son inexistentes o menos acusadas y sin embargo son muy frecuentes las manifestaciones articulares, neurológicas o de afectación de la médula ósea.
Si la brucelosis no se trata, la enfermedad puede tardar en resolverse meses o incluso años. Es fundamental una profilaxis (prevención) y educación sanitaria, que incluya la lucha contra la brucelosis animal y el consumo de leche pasteurizada.
Autores y fecha de última revisión: Drs. A. Avellaneda, M. Izquierdo; Febrero-2004